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»¡Oh poderosa ciudad porteña, centro comercial de toda la costa, el Señor Dios habla! Tú dices: “Yo soy la ciudad más hermosa de todo el mundo”. Tú has extendido tus límites aun sobre el mar; tus arquitectos te han hecho construcciones maravillosas. Eres como un barco construido de la madera más fina del Señor. Tomaron un cedro del Líbano para hacerte el mástil.

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